ARGELIA. La provincia de Tipaza

Desde la capital Argel hasta Cherchell, una pequeña ciudad en la costa oeste de Argelia, en la provincia de Tipaza, hay unos 100 km, que se pueden recorrer cómodamente por autovía o disfrutar del camino por la antigua carretera nacional que va desde Argel a Oran y sigue hacia Marruecos. El estado de las carreteras es bastante bueno y la conducción es segura en general, evidentemente no esperéis que los conductores se comporten como aquí, tienen otra forma de hacer, sólo es cuestión de adaptarse.

 La ciudad de Tipaza tiene unas ruinas romanas junto al mar que te hacen viajar a otra época, que te dan ganas de sentarte y dejar pasar el tiempo, disfrutando de la historia y de la brisa del mar mediterráneo. Te sientas allí y podrías estar perfectamente en la costa brava, con el mar en frente y detrás el olor a pino. Con el contraste del azul del mar y el verde de la vegetación, no es necesario mucho arte para que te salgan unas estupendas fotos.


Además de la ciudad de Tipaza, que es muy interesante, visitamos la tumba de los reyes mauritanos y preciosas costas a lo largo de la provincia.

En Cherchell, la vida fluye, te paseas por sus calles llenas de gente que van a sus quehaceres, que te miran curiosos pero amables, que en seguida se dirigen a ti en francés con un "bienvenue madamme" y que cuando les hablas en árabe sonríen entre agradecidos y sorprendidos. En aquella ciudad, en la que en cada esquina te encuentras algo que te recuerda que allí se respira historia, tienen dos museos y bastantes zonas con ruinas romanas. Puedes verlas simplemente paseando por sus calles y la mayoría no está disponible como sitio arqueológico ni está mantenido. Parece ser que el gobierno no encuentra interesante invertir en la arqueología o la historia del país. Pero, cada columna que ves, cada piedra te hace pensar en qué es lo que debe haber debajo, aquella ciudad debió ser un importante lugar y seguro que bajo tus pies hay años de historia de tus antepasados.




Aquellos días en Cherchell me alojé en casa de la familia de mi compañero de viaje. Una casa junto al mar, con unos atardeceres que hipnotizan y unas noches que te transportan a otro mundo. Imagínate, un cielo lleno de estrellas, de fondo el rumor de las olas del mar, bajas la mirada y ves el puerto, con el faro girando para enseñar el camino a los barcos que vuelven o van a la pesca nocturna. Cierro fuerte los ojos, pensando que estoy en un sueño, pero no, no lo es, estoy aquí bajo este cielo negro y lleno de estrellas, junto a este mar oscuro y tranquilo. 

Cerca duerme una gran familia, personas que sin conocerme de nada han abierto las puertas de su casa, me lo han dado todo. Con algunas de esas personas he intercambiado historias, con otras sólo miradas y sonrisas y muy buenos momentos, Todos han tenido hacia mí más que detalles de hospitalidad, me han abierto su corazón.

Estas palabras pueden parecer repetitivas en mi, ya que encontré gente así en Palestina y en otros países donde estuve, pero no me acostumbro a esta generosidad, a este cariño que desprenden las personas con las que me encuentro. Personas que te dejan huella en la mente y en el corazón.

Este ha sido un viaje corto, en el que sólo he visitado la capital y una parte de la costa oeste, pero he descubierto rincones preciosos, y estoy segura de que hay un millón más por descubrir.  Ha sido una buena experiencia, totalmente recomendable, mi primera vez en Argelia, pero seguro que no será la última. Creo que es un país por descubrir y ya planeo mi siguiente viaje...



Gracias a quién pensó en mi para este viaje y a quién hizo posible que fuera una aventura genial.

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